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¿Por qué es importante perder el miedo al fracaso en las organizaciones?

Desde pequeños ya empezamos a conocer esta palabra, cuando nos hablan del fracaso escolar, cuando nos evaluamos y comparamos notas entre compañeros, ... Este temor poco a poco se va convirtiendo en miedo conforme uno va creciendo, hasta que al final termina conviertiéndose en algo tan interiorizado que vives con ello cada día, bloqueándote en tus decisiones más importantes o llevándote a los límites para conseguir demostrar que puedes cumplir con una fecha irrealista que te han dado para cerrar el proyecto en el que estás.

Orígenes de la palabra fracasar

Según la RAE, tenemos las siguientes definiciones:

  1. Dicho de una pretensión o de un proyecto: frustrarse (malograrse).
  2. Dicho de una persona: Tener resultado adverso en un negocio.
  3. Dicho especialmente de una embarcación cuando ha tropezado con un escollo: Romperse, hacerse pedazos y desmenuzarse.
  4. destrozar (despedazar).
Para el caso que estamos tratando estaríamos hablando de la segunda definición que da la RAE para luego más adelante ver como llegar a la primera definición, cuando la unamos a los sentimientos.

Ahora, si profundizamos un poco más y vemos sus raíces etimológicas vemos que fracasar proviene de la palabra italiana “fracassare”, formada por el prefijo “fra”, “entre, en el medio de algo” y el latín “quassare” “romperse”,  “romper por la mitad”.

En el capítulo XXV de “ El ingenioso hidalgo Don Quijote del Mancha” encontramos este fragmento en el que se hizo uso de la palabra fracasar en su uso transitivo: “...que no en hender gigantes, descabezar serpientes, matar endriagos, desbaratar ejércitos, fracasar armadas y deshacer encantamentos...”.

Aunque actualmente estemos haciendo uso de su significado en forma intransitiva, realmente nos sentimos como si la estuviéramos usando en su forma transitiva, pues nos sentimos destrozados al fracasar.

Pero por qué en otras culturas fracasar se ve como algo positivo que puede aportar valor y sin embargo en la cultura española es como tener una cruz en tu currículum que te cierra todas las puertas para nuevos trabajos. En mi opinión, básicamente es por los dos siguientes motivos que veremos a continuación.

Miedo a perder lo invertido

Cuando una empresa invierte en un producto lo que busca son beneficios y el fracaso viene asociado a que esas expectativas de beneficios desaparecen además del dinero invertido que esperabas recuperar.

Pero, vamos a llevarlo a los extremos, partiendo de que no somos adivinos para saber si vamos a acertar o a equivocarnos con nuestras decisiones, pues sino los juegos de lotería y apuestas no existirían. Queremos tener el mejor producto, queremos diferenciarnos de nuestra competencia y queremos no sólo acertar a la primera sino también sacar un producto de 10.

Como no somos adivinos y toda la presión recae sobre nosotros, esa chispa que llevamos dentro y que se llama “miedo al fracaso” encuentra el combustible necesario para entrar en combustión y se termina convirtiendo en un volcán en plena erupción. 

Esta erupción provocará que los pasos que demos vayan a una velocidad más lenta de lo normal, buscando la seguridad y certeza de que vamos a acertar y provocando que todas las fases del desarrollo del producto se alarguen en el tiempo tanto como necesitemos para estar seguros de no fracasar (aunque ésto realmente sea una seguridad incierta). Con todo esto sobre la mesa, la probabilidad de conseguir el mejor producto disminuye drásticamente por momentos o literalmente, desaparece:
  1. Nuestra competencia ha sido más rápida que nosotros, y aunque su producto no sea tan bueno como el nuestro, ya están dando ese servicio y recogiendo los frutos
  2. Ante un entorno VUCA, la probabilidad de que cualquier riesgo que hayamos previsto ocurra es mucho mayor que si la comparamos años atrás, con lo que al alargarse en el tiempo el desarrollo del producto estamos más sujetos a que eso ocurra. Acortar los desarrollos del producto no te garantiza de que los riesgos analizados ocurran, sino que la probabilidad de que te afecten sea menor a la vez que su impacto.
Ahora veamos cuál es el perfil de una persona que fracasa. La primera diferencia con una persona que no fracasa, es que la que fracasa, actúa, ejecuta y toma decisiones; frente a la que no fracasa que está esperando a que ocurran las cosas, a no ser que nunca fracase en su toma de decisiones.

Pero tampoco podemos asumir el fracaso como un medio para llegar al éxito, lo que se tiene que hacer es saber fracasar de forma inteligente: “Fracasa rápido, barato y con frecuencia, si tienes que fracasar”.
  • Si fracasas rápido te habrás dado cuenta que la solución que ibas a sacar al mercado no iba a funcionar y podrás buscar otras vías para sacar tu producto, además de haberte ahorrado toda la inversión y gasto que tuvieras presupuestada para la solución que al final no iba a funcionar (retorno de la inversión = 0 )
  • El fracasar rápido no implica que sea barato, pues puedes haber hecho una gran inversión al principio y el fracaso implicaría perder toda esa inversión. Debes invertir los mínimos recursos posibles en validar tu hipótesis de solución y sacar al mercado lo antes posible tu MVP
  • Si fracasas con frecuencia es porque estás actuando, ejecutando y no estás esperando a ver qué hacen los demás, con lo que vas siempre un paso por delante de ellos

No nos han enseñado a diferenciar entre los distintos sentimientos y a afrontarlos para no ser dominados por ellos

Lamentablemente, entre otras cosas, la educación en España carece de esa parte emocial, en la que enseñar entre otras cosas a distinguir entre los distintos sentimientos que un ser humano puede tener y como afrontarlos para no ser dominados por ellos.

Con ello, además de la visión de fracaso como algo negativo en la sociedad en la que vivimos, nos tenemos que enfrentar a ese sentimiento de frustración del que muy pocos saben como afrontarlo y hacer de él una oportunidad. 

Las habilidades sociales son cada vez más necesarias, y saber diferenciar entre los distintos sentimientos que te aborden y como afrontarlos para responder de la mejor manera es algo importante y que creo debería estar contemplado en un plan de estudios acorde a la realidad.

Conclusiones

  1. Las organizaciones tienen que ver el fracaso como una oportunidad siempre y cuando el fracaso se lleve de forma inteligente. Si castigas el fracaso no tendrás personas que tomen decisiones sino personas que esperen a ver qué pasa, diciendo adiós a la innovación y a la oportunidad de llegar antes que tus competidores.
  2. Si las organizaciones que comprenden que el fracaso es una oportunidad y creen que con un plan de formación a sus trabajadores sobre como afrontar el fracaso, se estarán equivocando. Con una formación de unas horas no puedes hacer que tus trabajadores sepan diferenciar entre los distintos sentimientos (hay sentimientos muy parecidos entre ellos) o como afrontarlos, sobre todo el de la frustración. Se requiere la figura de un coach que sepa tanto proteger del miedo como enseñar a que aprendan a protegerse por ellos mismos. Esto no es camino de un solo día, sino un camino de más duración hasta conseguir hacer que se convierta en un hábito.

Domina tus miedos y haz de ello una oportunidad


No tengas miedo en dar los pasos necesarios para conseguir tus objetivos


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