Vimos que realmente habían otras formas de trabajar que no fuera pasar las horas en la oficina y con ellas además de ayudar a aplanar la famosa curva (concepto que ya no se ha potenciado tanto en las siguientes olas), sería una herramienta de ayuda para la conciliación familiar.
Pero lejos de toda realidad, el teletrabajo en esos meses más que facilitar la conciliación se convirtió en unas esposas para poder dar el 200%, conseguir que las empresas pudieran sobrevivir y por ende seguir en tu puesto de trabajo.
No sé si gracias a ello o porque tenía que pasar, la curva se aplanó. Llegó la segunda ola y ahora la tercera ola (realmente no sé en qué ola estamos) y vemos que tanto las situaciones personales como profesionales se complican mucho más por momentos, lamentando cada día muchas muertes, pérdidas de empleo, cierres de empresas, ... y lo que nos vendrá una vez esto vuelva a la normalidad.
En esta situación agónica, lo lógico hubiera sido aprender del 2020, estar mejor preparados y poder ir un paso por delante a la hora de tomar mejores decisiones. Por ejemplo, si una de las medidas para poder aplanar o mitigar el impacto de esta tercera ola es quedarse en casa y minimizar al máximo el contacto con otras personas, el teletrabajo para aquellos que pudieran llevarlo a cabo debería ser de obligado cumplimiento.
- En marzo las empresas explotaron el teletrabajo porque realmente no tenían otra opción, España entera estaba confinada.
- Necesitaban poder sobrevivir al nuevo entorno desconocido que había traído la pandemia
Entonces, ¿por qué ahora no se está aplicando el teletrabajo como una medida para aplanar la curva?
- No hay un confinamiento que obligue a las personas a quedarse en casa. Las empresas no se sienten obligadas a tomar estas medidas, aún sabiendo los beneficios que tendrían no solo para ellas sino para el país entero.
- Desconfianza de cara a los trabajadores. Al no poder controlarlos dentro de su puesto de trabajo, no tienen medios para medir su trabajo o productividad. Lo he comentado en otras ocasiones, en España se invierta una cantidad enorme y desconocida de tiempo y dinero en medidas de control porque no se confía en las personas que conforman la empresa. Por ejemplo, si a un equipo le asignas un objetivo motivador, alcanzable en un tiempo razonable y que se pueda medir al final su resultado, ¿qué pasaría si una de las personas del equipo decidiera invertir su tiempo en otras tareas que no fueran esas (ajenas a situaciones personales)? ¿Cuál sería la reacción del equipo? ¿Se necesitarían medios de control por parte de la empresa?
- La mayoría de empresas no están preparadas para el teletrabajo. Por ejemplo, ¿qué medidas se han aplicado para formar a los docentes en el teletrabajo? ¿cuál ha sido la inversión en teletrabajo en tu empresa, tanto a nivel de infraestructuras, servicios como formación?
- Miedo a que esto perdure y se vea como una opción viable para la conciliación familiar.
Realmente, ¿qué pienso de todo esto? Lo que creo, es que esto es el disparador no para que el teletrabajo se quede como una solución única, sino para ver que dentro de este mundo globalizado, con un entorno más VUCA que nunca, debemos ir hacia un modelo más descentralizado, potenciando más lo digital frente a lo presencial, sin eliminar lo presencial.
El efecto de esto es uno de los puntos por los que las empresas no quieren dar este paso, muchos mandos intermedios y mandos superiores no tendrían cabida dentro de este modelo descentralizado como tales y tendrían que reinventarse con el objetivo de tener estructuras organizativas que se pudieran adaptar a los cambios (hoy en día las estructuras son fijas).
Por eso, el problema no reside en sí en el teletrabajo, sino en aceptar que cada vez estamos más cerca de ese modelo descentralizado, que hay que salir de la zona de confort a sabiendas del miedo e incertidumbre que nos pueda conllevar.
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