Para este artículo vamos a partir de la base en la que estamos frente a una organización con una estructura jerárquica y con un gobierno basado en la meritocracia. El motivo de esto es porque el poder de influencia en este tipo de organizaciones es mayor en la figura del líder, en este caso, en la figura del jefe, que en la figura de un trabajador que no tiene el poder de influencia sobre sus otros compañeros.
Como vemos en la figura anterior, cuanto más arriba en la jerarquía estés, mayor será el círculo de influencia al que llegarás.
Empieza el día, y la primera pregunta que todo jefe se debería hacer sería: “¿Qué es lo que me impide ser feliz en la organización?” Y si esa pregunta tiene una respuesta, la siguiente pregunta que se debería hacer sería para buscar acciones para darle solución: “¿Qué puedo hacer para que esa infelicidad se transforme en felicidad?”
Si eres “jefe” puedes pensar que tu “poder” reside en que puedes tomar decisiones y que estas decisiones se transforman en acciones a través de tus colaboradores. Pero la realidad es otra muy distinta, una misma decisión puede llevar a obtener resultados diferentes en base a tu felicidad, a lo que transmites al equipo, es decir no tanto a lo que exiges sino a cómo lo exiges.
La felicidad va de la mano de la motivación intrínseca, con lo que si encuentras aquello que te impide ser feliz y eres capaz de darle solución, tu motivación interior crecerá por momentos, enfocarás los problemas desde otro paradigma y tu equipo se empapará de esa aureola de felicidad que transmites, creando así un efecto cascada el cual se verá reflejado en los resultados de la empresa. Este efecto cascada también se produciría pero en sentido negativo, cuando lo que transmites está condicionado por tu infelicidad.
Pero, y porqué no preguntarnos ¿qué nos hace feliz en la empresa? La respuesta a esta pregunta es porque tu felicidad no puede estar sustentada solo por una única cosa en tu vida, tendrías una vida algo desequilibrada, y lo que realmente necesitas es encontrar tu ikigai, pero esto es complicado, lleva su tiempo y va evolucionando con el paso de los años. Mientras que lo que necesitas al empezar el día es encontrar una respuesta rápida que estimule tu motivación intrínseca. Encontrar aquello que no te hace feliz es mucho más fácil, sabes qué es lo que te está provocando esa infelicidad en ese momento concreto y puedes o deberías darle una solución. Esa solución puede que no sea inmediata y que no tenga lugar en el mismo día, pero serás consciente de ello y harás que esa infelicidad no te invada, que tu equipo se sienta bien a tu lado y que con tus decisiones la empresa gane.
Una vez encuentres la respuesta a esa pregunta, o lo mejor que te puede pasar es que no tengas respuesta para esa pregunta, es cuando ya podrías empezar a visualizar y enfocar cómo sería tu día.
Si encuentras una respuesta a la pregunta de ¿Qué es lo que te impide ser feliz en la organización?, pero luego eres incapaz de encontrar una respuesta que dé solución a tu infelicidad, entonces deberías plantearte realmente qué es lo que haces en la organización en la que estás y empezar a barajar otras opciones, tanto por ti como por la organización en la que estás: ¿Estoy haciendo lo que me gusta? ¿Puedo con la responsabilidad que conlleva el poder que me han dado? ¿Estoy dónde quisiera estar?
El ser feliz no implica ser débil, todo lo contrario, es un atributo humano de fortaleza, que como jefe te ayuda a saber exigir y a potenciar el resultado de tus decisiones, y éstas se verán claramente reflejadas en los resultados económicos de tu organización.
Toda organización debería valorar y poner todas las medidas posibles para que sus empleados encontraran esa felicidad cada día. El movimiento de Agile HR o la visión de Management 3.0 son una base para empezar con ese proceso de transformación en tu organización.
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